lunes, 28 de noviembre de 2016

Nos estamos congelando en la oficina

¡Nos estamos congelando!, exclaman las mujeres cuando se cruzan en un pasillo mientras salen a almorzar o a buscar algo de calor, ¿te suena familiar?

Con frecuencia escuchamos comentarios de empleados de oficinas quejándose del frio incluso en el verano y paradójicamente en países tropicales, donde pareciera que hay que tener una vestimenta de invierno sólo para estar en la oficina.

Sabemos que el tema de la termorregulación es uno de los retos más complejos del confort en las oficinas, pues es utópico complacer al 100% de los trabajadores cuando de temperatura se trata. En general pareciera que las damas son más friolentas que los caballeros sin contar factores individuales que juegan un rol determinante en la termorregulación (uso de medicamentos, género, peso corporal, embarazo, enfermedades endocrinas, ubicación con respecto a las salidas de aire, entre otras).

Todo tiene su historia, y la regulación de la temperatura en los puestos de trabajo inició en los años 60 cuando un científico escandinavo llamado Povl Ole Fanger fue el responsable de fijar cual debía ser la temperatura ideal de un puesto de trabajo en el interior de un edificio, sus estudios y cálculos establecieron la cifra de 21°C, pero ¿cómo se llegó a este número?, varios científicos de la Universidad de Maastricht (Países Bajos), llegaron a la conclusión de que la teoría de Fanger poseía dos problemas claros, el primero es que en este cálculo se utilizó como modelo a una persona promedio de unos 40 años de edad, y que vistiera tres piezas de ropa: pantalón, chaqueta y chaleco; el segundo es que se realizó su estimación sólo para los hombres, quiénes suelen tener un metabolismo más rápido que las mujeres.

Es por esta razón que se decidió actualizar la teoría de Fanger, y realizar un nuevo estudio. Lichtenbelt, un experto en energética ecológica, y Boris Kingma, un biólogo humano, querían un modelo que abarcara una neutralidad térmica (ni muy caliente, ni demasiado frío) para todas las personas. Para ello se utilizaron datos biofísicos que incorporaran información sobre la producción de calor en el cuerpo de ambos sexos, el resultado fue un modelo que sugiere temperaturas alrededor de 24°C (75 ° Fahrenheit), esta información se encuentra actualmente en línea a través de la revista científica Nature Climate Change.

Es importante tomar especial atención al factor de la temperatura dentro de los lugares de trabajo, el frío es el principal responsable de la incomodidad térmica que no deja de ser un factor disergonómico (como se denomina en Venezuela) que se traduce en distracción, y por tanto, en menor rendimiento en tareas que puedan exigir especial concentración por el número de veces en que las personas se levanta de su puesto buscando mitigar el frio. En definitiva, un factor clave en la productividad del trabajador. Estudios realizados por la Universidad de Cornell confirmaron que los trabajadores en los lugares fríos cometen más errores, lo que potencialmente aumentan el costo del trabajador por hora de trabajo en un 10%.

Como en todo riesgo ocupacional lo primero es intervenir en la fuente pero antes debes explorar si no eres el único en sentirte incomodo o hay otras personas (de alguna manera este sería el criterio epidemiológico), luego eleva tu incomodidad al Comité de Seguridad y Salud Laboral en caso de tenerlo o al departamento encargado de las instalaciones de tu empresa para que ellos puedan determinar cómo solventar el problema, que por lo general no es de inmediato. Por lo que podrías tomar algunas medidas para sentirte mejor que incluyen el uso de equipos de protección personal entre otros que citamos a continuación: 
  1. Lleva una bufanda.
  2. Trata siempre de llevar zapatos cerrados.
  3. Utiliza pantalones largos.
  4. Siempre ten a la mano una chaqueta o suéter (si puedes dejar una en la oficina sería mejor).
  5. Si optas por algo formal, puedes usar un “blazer” negro que combina con todo.
  6. Utiliza camisas. 
  7. Toma bebidas calientes y por supuesto evita las frías. Puedes incluir sopas o cremas en el almuerzo e incluso como meriendas.
  8. Frota o masajea tus manos para mejorar la circulación de la sangre en la región distal de los dedos (que son los que más se enfrían junto a la nariz y punta de pies).
  9. Vigila tu postura, ya que a veces por el frío encogemos los hombros o adoptamos posturas raras que pudiesen generar contracturas y dolores musculares. 
  10. Haz pausas con frecuencia y estiramientos de cuello, trapecios y espalda para evitar molestias.

Dra. Yohama Caraballo-Arias