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Las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) están evolucionando a un ritmo vertiginoso. Están transformando radicalmente nuestra manera de trabajar, de vivir y de comunicamos. Las TIC permiten acelerar el intercambio de información, automatizar las tareas y mejorar la conectividad. Las personas de todas partes del mundo pueden ahora trabajar juntas en tiempo real sin desplazarse de un sitio a otro. Las TIC han ampliado nuestros horizontes y facilitado nuestras vidas.
Sin embargo, para las personas con discapacidad, la promesa de la tecnología es más que una simple cuestión de comodidad: les puede dar una autonomía sin precedentes y la flexibilidad que necesitan para tener un mayor acceso al mercado de trabajo y poder progresar en él.
Ahora bien, estos progresos tecnológicos no benefician a todos por igual; sigue habiendo una brecha digital tanto entre países con diferentes ingresos como entre los distintos grupos de un mismo país. Las personas con discapacidad, en particular en los países en desarrollo, suelen quedar excluidas, ya sea porque las soluciones de las TIC no están pensadas para facilitar la inclusión o porque los dispositivos de asistencia que requieren algunas de ellas no están disponibles o están fuera de su alcance.
Debemos asegurarnos de que las medidas activas del mercado de trabajo que promueven estas tecnologías sean inclusivas y se dirijan a las personas con discapacidad. Cerrar la brecha digital será determinante para que las mujeres y hombres discapacitados puedan participar plenamente en la economía y la sociedad. Aunque es ante todo una cuestión de derechos humanos también es una cuestión económica, ya que la exclusión de las personas con discapacidad del mercado de trabajo representa un alto costo para nuestras economías.
Sabemos que la inclusión es posible. En una reunión que se realizó de la Red Mundial de Empresas y Discapacidad de la OIT , se destacaron muchos buenos ejemplos de empresas que mostraban que las personas con discapacidades estaban realmente integradas en la fuerza de trabajo. En efecto, las TIC resultaron ser un elemento decisivo de muchas de esas estrategias. Esta integración debe convertirse en una práctica habitual y en un componente fundamental de la sostenibilidad empresarial.
Las cuestiones relativas a la discapacidad deben ser también un aspecto integral del desarrollo mundial. En el marco de los preparativos para la elaboración de la agenda para el desarrollo después de 2015, el trabajo decente se reveló como una preocupación central, en particular para las personas con discapacidades. En este sentido, es importante insistir en que si no queremos que nadie quede excluido después de 2015 es esencial seguir promoviendo oportunidades de empleo y de trabajo decente para todos. Estamos dispuestos a hacer cuanto esté a nuestro alcance para apoyar estos esfuerzos.
Hemos renovado nuestro compromiso de avanzar en las cuestiones relativas a la discapacidad y pronto pondremos en marcha nuestra nueva estrategia en materia de inclusión de la discapacidad y el plan de acción conexo, con la finalidad de lograr que la discapacidad sea un elemento clave de nuestra política transversal y de nuestra labor encaminada a promover la igualdad.
La OIT también se propone predicar con el ejemplo, promoviendo prácticas internas que favorezcan la inclusión de la discapacidad. Las conclusiones de una encuesta realizada al personal en 2013 sobre la inclusión de la discapacidad, la primera en su género en el sistema de las Naciones Unidas, nos permitirán orientar nuestra labor para convertirnos en un empleador ejemplar de personas con discapacidad.
En colaboración con nuestros mandantes, con el sistema de las Naciones Unidas y con la sociedad civil, la OIT se ha propuesto lograr que las posibilidades que ofrece la tecnología sirvan para hacer realidad las aspiraciones de trabajo decente de las mujeres y los hombres con discapacidad.
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