Dra. Yohama Caraballo-Arias
No todos los pacientes “son de librito…”
Con esto de
las enfermedades emergentes nos topamos con la ya famosísima Chicungunya en
Venezuela. A la “Chincunguña, Chicuguya, Chincumbunya, chicunesa!” Como le
dicen algunos pacientes, hasta canciones le han sacado!
A
principios de año, cuando leí la primera vez sobre este virus, confieso fue una
lectura rápida y la sentí como lejana, tan lejana como Tanzania (de donde viene
el virus), pero al cabo de pocos días el interés crecía naturalmente, especialmente
después que vi la primera paciente decaída, cabizbaja y encorvada que caminaba
lento a pesar de estar en su sitio de trabajo y aunque no fue en la consulta
sino en un comedor de una empresa, le pregunté ¿qué tienes?, y dijo “es un
virus de esos que está pegando”, y yo le dije ”¿no es Chicungunya verdad? Y me contestó: “no! Me hicieron unos exámenes
y me dijeron que no”, luego de conversar un rato me mostro sus tobillos
cubiertos de una equimosis extraña y un edema particularmente localizado, el
edema no dejaba fóvea y el color era extraño. . . días después dejé de verla y
a la semana reaparece, al conseguírmela me dice: “Dra. Si era Chicungunya, me
hicieron otras pruebas y esto no se lo deseo a nadie!”. Han transcurrido un par
de meses y la Señora aún usa “tobillera” y camina lento pues persisten los
síntomas en sus pies
Otra
mañana, de estas ajetreadas de Caracas, un Sr. tocó a mi puerta y me dijo
mientras se tocaba repetidamente su mano derecha: “hay doctora me duele el
pulgar… ¿qué será?”. Lo interrogo y no había fiebre, no rash, no malestar sólo
el dolor en su dedo pulgar e índice izquierdo que le dificultaba cargar peso, y
como su cargo implicaba manejo, levantamiento y traslado de carga le dije que
descansara ese día y me mantuviese al tanto al día siguiente, pero este sr. tampoco
volvió al otro día, regresó a los 4 días con un reposo por Chicungunya, el Sr.
José manifestó haber tenido “una alergia” en la piel y fiebre luego del día de
nuestro encuentro.
Otro caso, fue
el de la Sra. Cruz quien me buscó porque tenía un ojo rojo y una erupción en la
piel, no había otro síntoma, salvo una ligera incomodidad (no fiebre, no dolor
articular) que en horas se convirtió en dolencias que no le permitían moverse
por sí misma ni para ir al baño y estuvo en cama 10 días con poquísimo apetito
pero un enorme malestar. Fue Chicungunya!
Una
jovencita (sin fiebre, sin conjuntivitis, sin tobillos hinchados) sólo con un
rash en tórax, cuello y brazos, que no picaba, ardía ni molestaba, es más lo
notó porque se vio el cuello cuando fue al baño. Le pedí que esperáramos a ver
como evolucionaba el cuadro y al otro día no llegó, y me enteré por terceros
que también tenía Chicungunya!
El más
reciente fue de una paciente con dolor en la articulación del tobillo izquierdo
y edema (que no dejaba fóvea), con ausencia absoluta de otros signos o síntomas
y en horas evolucionó hasta convertirse en Chicungunya.
Y así han
venido apareciendo casos, en una ocasión fui a la Universidad (UCV) y en un
departamento de 8 personas habían 3 casos de reposo y una persona incorporada
pero con artritis en las articulaciones metacarpo falángicas de ambas manos
producto de la Chicungunya diagnosticada hace un mes y con gran limitación para
hacer sus actividades laborales.
Cada uno de
las decenas de casos que he visto ha tenido un debut clínico distinto al otro,
algunos ni siquiera recuerdan que les haya picado un mosquito, otros se han
recuperado en prácticamente un fin de semana y lamentablemente otros (la gran
minoría) aún tienen secuelas. En estos días la conducta más frecuente que
he tomado con los casos sospechosos ha sido “la conducta expectante”. Si bien el
panorama de esta epidemia es que apenas
estamos en fase ascendente, dada las condiciones que prevalecen en Venezuela (es un virus nuevo,
la población no ha estado nunca expuesta al virus, las lluvias y la ausencia de
políticas públicas efectivas entre otros elementos), y pese a que hemos
escuchado a algunos epidemiólogos prominentes
afirmando que todos padeceremos de Chicungunya tarde o temprano, yo por
mi parte tengo la esperanza -evocando la
triada de la enfermedad y que no sólo basta la presencia de un virus para adquirir una patología- que
la afectación no será tan masiva en nuestro país.
Mientras tanto,
cada vez que veo un mosquito y le identifico sus rayas blancas, busco la manera
de desaparecerlo y cuando me han picado he dicho: ¡ Ay Dios mío! Ojalá este
bicho no venga cargado de Chicungunya.
Finalmente
reflexiono en voz alta y confirmo que para mí la incertidumbre alrededor de la Chicungunya
se ha reducido, no por la lectura sino por el contacto cercano con los
pacientes quienes me han permitido ver que el cuerpo es fascinante y su
capacidad natural de auto curación es asombrosa
y nosotros los Venezolanos hemos
tenido que pasar muchas pruebas –especialmente este año- y que pese a que
nos “encorve” una enfermedad y hasta nos
tumbe, tenemos la fortaleza, no sólo física sino emocional, de levantarnos y
salir fortalecidos.
Profa. Yohama Caraballo-Arias M.D.
Especialista en Medicina Ocupacional
Coordinadora Centro Adherido UCV Red Cochrane Iberoamericana
Universidad Central de Venezuela.
www.medicinaocupacional.blogspot.com
www.mundocupacional.com
Profa. Yohama Caraballo-Arias M.D.
Especialista en Medicina Ocupacional
Coordinadora Centro Adherido UCV Red Cochrane Iberoamericana
Universidad Central de Venezuela.
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